martes, 17 de marzo de 2009

4.5-Revistas y Campañas Contrapublicitarias

En cuanto a los medios gráficos que forman parte del movimiento antipublicidad vamas a citar a dos: la revista Adbusters, canadiense, y la revista Malababa, recientemente publicada y que es la forma de expresión del grupo “Ecologistas en Acción” y su tentáculo antipublicitario, “Consume hasta Morir”.

La revista Adbusters nace junto a una de las organizaciones anticonsumo mas conocidas del mundo, The Media Foundation, que se crea en 1989 en Vancouver, Canada... Kalle Lasn y un grupo de fotógrafos y publicitarios deciden actuar contra la campaña Forest Forever, de la industria maderera, difundida por la televisión publica canadiense CBC. Lasn y su grupo crearon un contraanuncio crítico que la cadena se negó a difundir creándose una polémica mediática y judicial que acabo provocando la necesidad de retirar el anuncio.

Desde entonces esta organización es conocida por la revista Adbusters y por las campañas anticonsumo que ha fomentado, como “El día de no comprar nada” o “La semana sin televisión”. El editor de la revista, Kalle Lasn, cree que “la contrapublicidad logrará producir un “cambio de paradigma” en la conciencia del público” (Klein, 2007: 407). La revista apareció en 1989 con una edición de 5.000 ejemplares, y hoy lanza 35.000 con distribución en todo el mundo. Y también produce contraanuncios televisivos en oposición a campañas de venta de la industria de la cosmética o de la alimentación, o fomentando el uso de bicicletas en vez de automóviles.

El uso de los mismos medios que las tecnologías publicitarias para lograr sus objetivos ha producido mucha oposición a la revista por parte de los contrapublicitarios mas rebeldes. Por ejemplo, la revista ofrece a la venta sus propios objetos anticonsumistas y antipublicitarios, hasta el extremo de que sus críticos le acusan de tener su propia red de ventas y que vender sus productos para activistas rompeanuncios es uno de sus objetivos más importantes.

Esta comercialización de la resistencia, o “publicidad de la antipublicidad” (Klein: 2007, 421) puede hacer que se pierda confianza en las alternativas, y que se este entrando en el juego del consumo en nombre de la lucha contra él; es decir, que la antipublicidad se este poniendo de moda y que sea una forma mas de anudar al sujeto con sus necesidades de identidad a través del consumismo aprovechando sus deseos íntimos de resistencia.

No parece suceder lo mismo en el caso de la revista española Malababa, que fue editada por vez primera vez en 2006 con una pequeña tirada y distribuida solo en librerías alternativas. Es a la vez una revista, un certamen de contrapublicidad y un grupo de gente con ganas de pasarlo bien y cambiar las cosas. Esta editada por el “Observatorio de Resistencias y Subculturas” y por “Consume Hasta Morir”, con la colaboración de “Sabotaje Contra el Capital Pasándolo Pipa” (curioso nombre que evidencia la mezcla y diversidad de intereses opuestos que pueden tener estos grupos de contrapoder fragmentados). Uno de sus editores, Israel Rodríguez, confiesa que
“Todo surgió porque nos gustaba la contrapublicidad como fenómeno. Queríamos estar al día de la creatividad y el activismo que se producía en este contexto y dar salida a sus iniciativas” (Medinaveitia, 2007: 43)

La revista Malababa esta vinculada la movimiento ecologista de fuerte carácter social Ecologistas en Acción que, al contrario que la fundación The Media Foundation, tiene entre sus objetivos fundacionales la transformación política radical del sistema (www.ecologistasenaccion.org), desde un punto de vista anticapitalista y alternativo. Su versión anticonsumista, www.consumehastamorir.org, fomenta y difunde el anticonsumismo y la antipublicidad con contraanuncios que diseñan ellos mismos o son enviados por internautas para ponerlos en común.
A la vez se editan artículos de opinión, noticias y reportajes en torno a temáticas de acción social y contrapoder en general, ya que esta organización no renuncia a su vinculación ideológica con la izquierda alternativa y transformadora.

Por último, aparte de las campañas mediáticas citadas mas arriba, como las elaboradas por Adbusters u otros colectivos como Reclaim the streets, queremos señalar otras que ilustren como estos movimientos contrapublicidad pueden expresarse tanto colectivamente como desde la acción individual y desde el punto de vista del artista, aunque también asuman en estos casos objetivos de crítica y transformación política..

Las “Brigadas Anti Publicidad” (B.A.P.) francesas han llevado a cabo, entre otras muchas, dos originales campañas contra el consumo y la publicidad. Una fue la que denominaron “Desenvolvimiento”, desarrollada en 45 ciudades de Francia.. En este caso llama la atención que estuvieran de acuerdo con los propios centros comerciales. Los comandos se presentaron en estos y compraron gran cantidad de productos y, tras pagarlos, los desenvolvieron y dejaron tirados los envoltorios en el piso. El objetivo era demostrar que la sociedad de consumo “sobreenvuelve” los productos, y que los envoltorios suponen un 30% de la basura generada (Darsy, 2005).
La última campaña desarrollada por las B.A.P., aun activa, es la que denominaron “Al Cesar lo que es del Cesar”. En Francia, como en España, el correo se recibe en unos buzones que, en la casi totalidad de las casas, se encuentran en el pasillo de entrada de los edificios. Entre las cartas suele haber una pila de publicidad y folletos de todo tipo. Esta “contaminación buzonera” supone una agresión a la que quieren responder invitando a todos los ciudadanos que estén cansados de ver sus buzones llenos de basura a conservar cada papelito para entregarlos el próximo 10 de diciembre de 2007 en el mismísimo buzón del correo central, con la intención de saturarlo.

Estas acciones tienen un componente crítico y de indignación ciudadana ironizada. Una respuesta contundente y en parte humorística ante los excesos opulentos generadores de basura del sistema consumista. Hay otras campañas que, desde la acción individual, y desde la creación artística, se enfrentan a la imposición por parte de la publicidad de estereotipos. Y estos estereotipos no son neutrales, sino que imponen un modelo político e ideológico. En el caso del sexismo es evidente el uso por parte de la publicidad del cuerpo femenino codificándolo y transmitiendo unos estándares interesados que identifican a la mujer como consumidora de una serie de productos concretos, por no citar el uso de su cuerpo con fines de seducción para fomentar la venta del producto al que se asocia.

La artista mexicana Lorena Wolffer respondió con indignación a la campaña publicitaria “Soy totalmente Palacio” del centro comercial “Palacio del Hierro”, de la Ciudad de México. En los carteles de esta campaña se presentaba una imagen de la mujer estereotipada, reducida a objeto de seducción para el consumo. Los mensajes humillaban a la mujer estandarizándola como una consumidora trivial y preocupada solamente por su cuerpo. Para ello se utilizaban mensajes como “Hay dos cosas que una mujer no puede evitar, llorar y comprar zapatos”, o “Sólo una frase separa a la niña de la mujer: no tengo nada que ponerme” (imágenes 12 y 13).

Lorena Wolffer eligió para responder las mismas armas que la publicidad, creando diez carteles espectaculares presentando una mujer que habita, actúa, piensa y se expresa en lugares cotidianos: en las escuelas, en microbuses y en las calles. Esta campaña la llamo “Soy Totalmente de Hierro”, en clara parodia de la campaña “Soy totalmente palacio” del centro comercial “Palacio del Hierro”. Utilizó para ello imágenes de una mujer agresiva e independiente que no se deja controlar mediante la presión publicitaria, que transmite mensajes como “Ninguna campaña publicitaria es capaz de silenciar mi voz” o “El problema es que pienses que mi cuerpo te pertenece” (imágenes 14 y 154.6-Cine y Contrapublicidad.

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