martes, 17 de marzo de 2009

3.5.2-Poder, Saber y Actitud Crítica

Para Foucault, el ejercicio del poder supone la construcción de un discurso, de un determinado régimen de verdad, ante la que el individuo tiene la posibilidad de resistirse.

“En una sociedad como la nuestra, pero en el fondo en cualquier sociedad, relaciones de poder múltiples atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo social; y estas relaciones de poder no pueden disociarse, ni establecerse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento del discurso. No hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad en, y a partir de esta pareja” (Foucault, 1993: 147-148)

Para él, una de las esencias de la sociedad, del sistema, del episteme contemporáneo a Foucault, de toda la modernidad, es la “Actitud crítica”. A su vez ésta no es más que una expresión de la resistencia, como manera de oponerse a la creación de una Verdad hegemónica, normalizada. En Sobre la Ilustración Foucault intenta hacer la historia de esa actitud crítica que surge en la Ilustración (Foucault, 2004).
La Ilustración, la época que ilumina la razón del hombre, es el germen de la modernidad. A la par que la cultura se llena de luz, el poder crea nuevas formas de controlar las posibilidades de autonomía que aquellas dan al hombre:

“Las luces que han descubierto las libertades han inventado también las disciplinas” (Foucault, 2005).

La Ilustración trae consigo una fe en el progreso y en la razón, en el orden, que oculta la domesticación violenta de los cuerpos y los procesos de dominación en las sociedades modernas. El saber ilustrado oculta formas de poder autoritarias, y como saber y poder se interrelacionan y se conforman mutuamente, ese poder crea saberes que asientan esa concepción de la política y del sujeto.

El sujeto, como hemos dicho, es parte del poder/saber, es creado por sus relaciones enfrentadas, estratégicas, y a la vez se resiste ante él. En la Ilustración surge esa actitud crítica que forma parte de nosotros mismos, la permanente puesta en cuestión, la constante creación de uno mismo desde su autonomía.

Para Foucault, esta actitud crítica surge a partir del interés de la iglesia católica en el arte de dirigir las conciencias. Según este interés pastoral, cada individuo debía dejarse gobernar, es decir, dirigir hacia la salvación. La dirección de conciencia es, entonces, el arte de gobernar a los hombres. Esa cuestión de cómo gobernar no puede ser desasociada, dada la concepción del poder de Foucault, de esta otra, ¿cómo no ser gobernado? Así Foucault da una primera definición de crítica: “el arte de no ser de tal modo gobernado” (Foucault, 2004: 8).

La gubernamentalización es el movimiento, la fuerza, el conjunto de relaciones, que trata, en la realidad misma de la práctica social, de sujetar a los individuos a través de unos mecanismos de poder que invocan una verdad, una determinada racionalidad.

En la serie de conferencias del Collège de France de 1978 y 1979, en particular la dedicada a la gubernamentalidad, se da forma a una concepción de gobierno como ejercicios calculados y conscientes del poder sobre terceros, fundamentalmente, el uso (también la génesis) de tecnologías para la regulación de la conducta.
Al contrario, la crítica es el movimiento, la fuerza, por el cual el sujeto, se atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad; “es el arte de la inservidumbre voluntaria” (Foucault, 2004). Nosotros creemos que la actitud crítica es, en fin, expresión de esa resistencia que es parte del poder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario