martes, 17 de marzo de 2009

3.5.4-La resistencia en la sociedad de control

Esa sociedad de regularización que surge tras la explosión demográfica provocada por la Revolución Industrial es pues una “Sociedad de Normalización”. Es una sociedad que clasifica y agrupa fragmentado al individuo en diversas categorías que le autoconstituyen. Sin embargo, Gilles Deleuze da un paso más y habla de la transformación de la Sociedad de Normalización en una “Sociedad de control”, que es la sociedad que se desarrolla en el extremo fin de la modernidad, y opera sobre lo postmoderno, en donde los mecanismos de dominio se vuelven siempre más democráticos, siempre más inmanentes al campo social, difusos en el cerebro y los cuerpos de los ciudadanos. (Deleuze, 2006). Los comportamientos de integración y de exclusión social propios al poder son, de este modo, cada vez más interiorizados en los propios sujetos. El poder se ejerce ahora por tecnologías más poderosas, que organizan directamente los cerebros (por sistemas de comunicación, de redes de información, etc.) y los cuerpos hacia un estado de alienación de la autonomía.

En la medida en que el poder se disloca, se descentra, se oculta y se difumina, está más economizado con unas tecnologías que le permiten penetrar en lo más íntimo de los cuerpos, las resistencias pierden capacidad de ejercer su contrapoder. El individuo deja aparentemente de ser libre a través de su sometimiento por las técnicas que la gubernamentalización aplica, basadas en dominios invisibles a través de normas regulatorias, pero también mediante tecnologías de dominio psicológico (propaganda, publicidad, incitación subliminal, repetición mecánica, sobreinformación, y ruptura de los lazos colectivos que forman el capital social).

Creemos que hoy las tecnologías de dominio se introducen de manera más eficaz en la psicología y en las emociones del individuo, y el poder se mantiene a sí mismo sin dar muchas opciones ni dejar fisuras para que el sujeto ejerza su libertad, su posibilidad de cambiar las cosas. Quizás porque el individuo cada vez esta más encarcelado dentro de la forma en que ha sido constituido. Desconectado de lo colectivo las instituciones creadas por el entramado de poder-saber están cada vez mas asumidas emocionalmente, interiorizadas, por el sujeto, que las haces suyas por medio del bombardeo propagandístico y publicitario al que no puede oponerse desde su soledad.

El individuo, como ejecutor de actuaciones políticas, tiene posibilidades de acción limitadas, y esta condenado a tener que asumir, a pesar de sus resistencias, que el sistema no puede transformarse. Y más aún sabiendo que el poder, las tecnologías de poder, están afinadas al máximo. Porque ahora con el capitalismo de consumo que se introduce en la psicología y en las emociones del individuo el poder deja menos espacio a la autonomía del sujeto.

Una de estas tecnologías de poder con las que el Capitalismo domina y constituye al nuevo sujeto que ya no es productor sino consumidor es la publicidad. Aunque compartimos con Foucault que el sujeto siempre tiene la posibilidad de la resistencia, el camino de su subjetivación, y que como escribió él mismo en una entrevista publicada por la Universidad de Masssachusettes en 1982,
“Mi papel consiste en mostrar a la gente que son mucho más libre de lo que se sienten, que aceptan como verdad, como una evidencia, ciertos temas que han sido construidos durante cierto momento de la historia, y que esa pretendida evidencia puede ser criticada y destruida. Desarmar esa perspectiva es el papel del intelectual” (citado en Garcia Canal, 2001).

En definitiva, la resistencia es una actitud cotidiana, que está indisolublemente unida al poder constantemente en gestación, y que consciente o inconscientemente se da en la propia constitución del sujeto, en su propia subjetivación. Resistir es crear, es participar de la gestación de la realidad, es, en palabras de Foucault,

“(…), la resistencia no es únicamente una negación: es proceso de creación. Crear y recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso, eso es resistir” (Foucault, 2001: 741)

En definitiva, hemos visto que con el surgimiento del Capitalismo, desde el siglo XIX, la vida se convierte en objeto del poder, y la Gubernamentalidad va a comenzar a dirigir las conductas individuales. Los problemas específicos de la vida y la población, como la sexualidad, la reproducción, el trabajo, la salud, la higiene, la vivienda, etc. son asumidos por la administración estatal.

Como concluye en su investigación Reinaldo Giraldo, “Vivimos en la era de la biopolítica de las poblaciones, en la era de este poder contemporáneo que intenta administrar la vida en multiplicidades abiertas. Por ello, las nuevas luchas que aparecen ya no son por la restitución de antiguos derechos, sino por la vida, fuerza de resistencia que afirma la plenitud de lo posible. Las fuerzas que resisten se apoyan en lo mismo que el poder invasor, es decir, en al vida del ser humano en tanto que ser vivo, social y político” (Giraldo,2006)

Así que, como veremos mas adelante, la Resistencia y la Vida van a ir unidas en su desarrollo siempre, la vida que surge desde lo inconsciente o de lo social, el ansia de sentirse pleno y de sentirse digno. Resistir es, en este sentido, como dice, la más intensa expresión de la vida frente a la uniformización que pretende la biopolítica. Por ello tanto las investigaciones entorno al concepto de Resistencia como sus expresiones prácticas van a tener siempre que ver, de una manera más o menos clara, con la pulsión de la vida.

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