martes, 17 de marzo de 2009

3.1- Hegemonia e Ideologia

En el repaso de cómo se dan el poder y la resistencia en una determinada sociedad es imprescindible el concepto de Hegemonía en Gramsci, y el desarrollo del de Ideología que hace Althusser a través de los Aparatos Ideológicos del Estado que, si en un principio parece que reproducen el sistema de verdad de la sociedad y no hay demasiado hueco para la resistencia, al final del desarrollo teórico de estos deja un hueco abierto en el conflicto entre clases sociales. Después, al final de su vida, desarrollará un concepto de Resistencia que tiene mucho que ver con el devenir que es inmanente a lo popular, en el sentido de Bajtin, y con lo que luego será la Multitud de su discípulo Toni Negri.

La construcción de hegemonía para Gramsci es un proceso de creación de verdad y de consenso. Se trata de la capacidad de los grupos dominantes de perpetuar sus intereses de forma que las clases dominadas las perciban como intereses comunes. Es, según sus propias palabras, “el consentimiento activo de los dominados” ( en Brandt, 2005: 58), aunque esto no signifique solamente un aparente consenso sino una repetición de prácticas que pragmatizan esa aceptación de la situación imperante.

Para Gramsci, sin embargo, esta hegemonía no es algo estable, esta en permanente construcción y conflicto, y el terreno donde se dirime la lucha para que esta se concrete es la Sociedad Civil, que está compuesta para él por una serie de intermediarios entre el Estado-Nación y la Economía, aunque una crítica que se le hace es que desarrolla su teoría de la economía centrada en los estados-nación, sin dar una perspectiva global en un mundo crecientemente globalizado. (Cox, 1993: 49-66). En esta Sociedad Civil se generarían los mecanismos de poder y de resistencia que en permanente conflicto darían lugar a un pensamiento político y cultural hegemónico, y que se concretarían en una lucha social activa.

En este sentido, para Gramsci la lucha por la hegemonía supone la consolidación de una serie de marcos morales, sociales e intelectuales que construyen una determinada visión del mundo y que los dominados aceptan al igual que los dominantes. Esa visión del mundo sobre la que hay consenso sería lo que denomina Ideología. Cuando se pierde el consentimiento de los dominados eso supone que la clase dirigente solo detenta la fuerza de la coerción, pero ha perdido el control y la imposición ideológica.

Esa imposición ideológica que crea una hegemonía supone la asunción de todos los componentes de la sociedad de un consenso integral, aunque para algunos autores como Williams, esa hegemonía es una constante lucha contrahegemónica (Williams, 1980). Esa hegemonía se construye mediante tecnologías diversas, entre las que destacaba en la época de Gramsci el papel de los intelectuales como propagandistas y justificadores de la ideología. Hoy en día, ante la explosión y extensión en cada casa y en cada individuo de los medios de comunicación masiva, éstos son los principales medios de fabricación de sometimiento y aceptación del orden social.

En el caso del momento actual, en la sociedad que se va conformando a partir de los años 80, por señalar una fecha entre otras muchas posibles, la situación es diferente, pues como hemos señalado mas arriba la teoría de Gramsci se ceñía principalmente a los Estados-Nación como gestionadores de esa hegemonía, y hoy el mundo global hace que esa soberanía de los Estados y esa independencia sea relativa. En este sentido, algunos autores, como Brand hablan de una “hegemonía fragmentada”, pues la Ideología Capitalista esta siendo puesta en crisis desde los bordes, tanto por los movimientos sociales como por la relación Norte-Sur que está creando alternativas ideológicas (Brand, 2005).

En resumen, la hegemonía de un grupo social equivale a la cultura que ese grupo logró generalizar para otros segmentos sociales. La Hegemonía es idéntica a la Cultura pero es algo más que la Cultura porque además incluye necesariamente una distribución específica de poder, jerarquía y de discurso. Como dirección política y cultural sobre los segmentos sociales "aliados" influidos por ella, la hegemonía también presupone violencia y coerción sobre los enemigos. No sólo es consenso.

Por último, la Hegemonía nunca se acepta de forma pasiva, está sujeta a la lucha, a la confrontación, a toda una serie de conflictos. Por eso quien la ejerce debe todo el tiempo renovarla, recrearla, defenderla y modificarla, intentando neutralizar a su adversario incorporando sus reclamos pero desgajados de toda su peligrosidad. En este sentido, el estudio que hace el antropólogo norteamericano James Scott titulado Los dominados y el arte de la resistencia explica bastante certeramente como los grupos dominados y los dominantes están en un constante diálogo creativo que mantiene y transforma los discursos diversos.

Para Althusser, sin embargo, ese sometimiento y aceptación de la cultura, de una visión del mundo que transmite y sostiene la Ideología dominante , se produce a través de lo que él denomina “Aparatos Ideológicos del Estado”, es decir, las instituciones sociales como son la familia, los partidos y organizaciones políticas, religiosas y culturales, junto con los medios de comunicación y las escuelas. En el sentido que también le daría Foucault o Bourdieu, la Ideología a través de esas instituciones estaría construyendo sujetos sometidos a la estructura de producción vigente, en un proceso que denomina Interpelación.

Los Aparatos Ideológicos del Estado serían diferentes instituciones que “impondrán” (no de manera coercitiva, por eso las comillas) y extenderán la reproducción social del modo de producción tanto a los dominados como a los dominantes. Serian los forjadores y aplicadores de la Ideología, vista como el conjunto de límites de identificación y construcción de los sujetos. El principal Aparato Ideológico del Estado en la Modernidad sería la escuela, igual que en el Medievo fue la Iglesia.
Sin embargo, el proceso no seria rígido, pues en estos Aparatos Ideológicos del Estado el conflicto entre restos de antiguas clases dominantes y nuevas, y a la vez con los grupos dominadas, es continuo y estaría en constante proceso de fluctuación.

Como dice el propio Althusser,

“…la resistencia de las clases explotadas puede encontrar el medio y la ocasión de expresarse en ellos, ya sea utilizando las contradicciones existentes, ya sea conquistando allí posiciones de combate mediante la lucha” (Aparatos Ideológicos del Estado, Pág.33)

La Ideología sería el marco de representación sobre el que se construyen los sujetos en sus condiciones reales de existencia. Es decir, por un lado seria el conjunto de mitos y metáforas que permiten la identificación de los individuos como sujetos, su subjetivacion, y por otro ese proceso estaría en relación a unas practicas reales concretas. Y esto se produce mediante la Interpelación.

La Interpelación actúa sobre el individuo como entidad libre para obligarle a someterse, pero esto supone también, como sucede en Foucault, la libertad del individuo y, por lo tanto, su capacidad contrahegemónica, la posibilidad de ejercer la resistencia. Sin embargo, y reubicándonos en el posmodernismo, en la actualidad, el consumismo y el espectáculo, son armas básicas y muy poderosas de interpelación. Althusser lo explica porque ese espectáculo representa una “conducta ideológica” (Althusser, 1971), es decir, el espectáculo y la publicidad nos transmiten los mismos mitos y los mismos temas que nos convencen sin nuestro consentimiento, y nos reconocemos en ellos. Se trata así de una perpetuación de nosotros mismos, un autoreconocimiento en lo que vemos de lo que nos conforma y del mundo que aceptamos inconscientemente.

Es resumen, para Althusser la Ideología es el conjunto de representaciones imaginarias en las que se reconocen los individuos en las prácticas y rituales concretos que les interpelan como sujetos. No es una concepción idealista, sino materialista, del concepto., basada en la realidad concreta. Es decir, “la existencia de las Ideas de su creencia es material, en tanto esas ideas son actos materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su vez, por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto” (Pág. 62)…

¿Qué significa esto? Que al estar construida la Ideología especularmente, en relación a los sujetos y las prácticas concretas con que estos son interpelados, también esta inmersa en el conflicto de clases producido en las condiciones reales de existencia, es decir, de la producción social. Así que para Althusser, en esta primera etapa gramsciana de su construcción teórica, en el proceso de desarrollo de la Ideología y su constitución por los Aparatos Ideológicos del .Estado. siempre hay un conflicto producido por la lucha de clases.

Althusser, que es un pensador intempestivo, de cambios paradigmáticos al estilo de Nietzsche, va a tener una etapa final en la que va a empezar a desarrollar una concepción de la resistencia posible desde los márgenes, en los límites de la inclusión/exclusión, donde se puede poner en cuestión aquellas tecnologías de poder que ocultan sus relaciones de fuerza y que naturalizan la verdad interesada. La realidad construida y la normalización del comportamiento desde el régimen cultural hegemónico a través de Ideología, la aceptación y el sometimiento al régimen de producción del sistema capitalista traducido a prácticas individuales, va a dejar grietas para que la resistencia pueda ser ejercida, generalmente en aquellos sujetos que se ven expulsados del centro simbólico debido a su pobreza, a su crítica al gobierno político o a su incapacidad para consumir.

Tras la crisis económica y política de los años 70 del siglo XX, y la extensión de la sociedad posfordista o posmoderna, la concreción del poder, la ubicación, es difícil de percibir y localizar, debido a su difusión, a su diversificación en un mundo dominado por la globalización económica y cultural. Por tanto la resistencia también va a tener un carácter aleatorio, continuo y a la vez fragmentado, en simetría con la constitución del individuo ajeno a los otros, construido sin referencias a los demás y solo atado simbólicamente a los medios de comunicación de masas que imponen modelos sociales de actuación individualizada

Althusser va a desarrollar lo que denominará Materialismo Aleatorio, en contraposición con el Materialismo Histórico, a partir de la imposibilidad de los partidos tradicionales de dirigir la lucha de clases y de la globalización y la desterritorializacion del poder en lo que se denomina Globalización económica. Los cambios producidos hacen que lo que antes hacían los Aparatos Ideológicos del Estado, es decir, crear sujetos sometidos a la visión del mundo conveniente a la administración del poder, singularizándolos a partir de instituciones, ya no se realiza de la misma manera porque ahora el poder se asienta en el conjunto de la sociedad. Como ya avanzaba Marx, el mundo se ha subsumido completamente en el Capital.

Pero esta subsunción no ocurre sin resistencias, salvo que ahora la resistencia será una resistencia “de los cuerpos”, que desde la potencia spinoziana, a partir del deseo, desde los márgenes e intersticios que se producen en la producción social, puede ejercer un contrapoder creativo. Se trataría de relaciones de comunidad que producen zonas “donde no imperan las relaciones de mercado” (Pág. 4, Pour Althusser).

Partiendo de Maquiavelo, de su construcción de lo nuevo desde la nada, de la teoría del clinamen de Epicuro, según la cual el azar es el que determina los cambios y crea los acontecimientos concretos, abandona el dogmatismo de la razón filosófica que es teleológica, evolucionista, dialéctica e idealista, para descender al acontecimiento concreto, aleatorio, surgido sin causa ni efecto sino por el devenir.

En este sentido, lo histórico se hace práctico, alejado del pensamiento solemne, y el sujeto es un sujeto en la historia, conformado por el fluir de los cambios casi irracionales y no tanto por el objetivo político de una supuesta teleología. Esta concepción del tiempo y de la cultura nos recuerda los análisis de la cultura popular de Bajtin y nos adelanta la conceptualizacion de la Multitud del discípulo de Althusser, Negri.

La palabra básica del nuevo paradigma filosófico es “azar”, unido a la irracionalidad de una necesidad concreta. Esto supone un desplazamiento de la lucha de clases desde el terreno económico al ideológico, pues se tratara de una liberalización de los mitos, de las concepciones lineales de historia, sujetándonos al “primado de la existencia”. Así la resistencia será la tendencia a lo irracional, a lo corporal, a lo necesario-concreto frente al dogma, lo científico, a lo administrativo, a lo cuantitativo. La potencia al estilo aristotélico, el deseo, la pulsión de la existencia creativa, es la base de toda lucha de clases que se enfrenta a la inmovilización de los discursos ideológicos desde los extremos y los límites de la sociedad.

Althusser entonces pensó que la sociedad no se expresaba en la realidad solamente de arriba a abajo, verticalmente, desde la Ideología y hacia los sujetos. También se concreta horizontalmente, desde un centro hacia los márgenes. En el centro estarían el Estado y los partidos políticos, y los Aparatos Ideológicos del Estado, pero sería un espacio vacío sólo lleno de apariencia simbólica, la Ideología. Alrededor se extendería la sociedad posmoderna, constituida desde el centro por la acción de los Aparatos Ideológicos del Estado, que intentarían imponer un orden ideológico a lo real.

En tercer lugar, Althusser concibe una tercera esfera, en la periferia de la sociedad posmoderna, de la sociedad del fin de la historia, controlada sutilmente mediante ficciones de libertad e individualismo. Mas allá de este artificial compacto ideológico, en estos márgenes es donde se hace posible la resistencia, y se puede proceder a la refundación de lo político. Desde aquí es desde donde se puede llevar a cabo la deconstrucción de lo supuestamente real, creándose infinitas posibilidades revolucionarias. Se trataría de una actitud desde el ser, desde el humus inveterado que lleva al Ser a escapar de la construcción artificial del sujeto.

En resumen, Althusser percibe un mundo en perpetuo movimiento, un flujo imprevisible al estilo del que describieron Heráclito y Epicuro, donde surgen intersticios donde se puede ejercer la Resistencia. Para él la despolitización creciente se da por hastío hacia las políticas partidarias autoritarias y jerarquizadas, alejadas de esta nueva expresión del mundo. Para él los movimientos sociales están procediendo a organizarse y abriendo espacios en los resquicios de la corriente del poder, sin pretensiones de construir nuevas pirámides sociales con un orden diferente.


Su preocupación será que estos movimientos fragmentados y frágiles necesariamente tienen que organizarse si no quieren quedarse en acontecimientos sin mas, en torno a una democracia de las bases, desde el interior y autogestionariamente. En sus palabras (anticipatorios en lo que se refiere a la explosión de movimientos resistentes en América Latina en los últimos años del siglo XX),

“Creo que ir más lejos y soñar con un movimiento de liberación Internacional sería caer totalmente en la utopía. Lo más que se puede concebir es un Centro Internacional de Convergencia Ideológica por la Liberación, que uniera a los movimientos alternativos y revolucionarios que están surgiendo por doquier, en busca de una nueva estrategia y nuevas prácticas y principios, buscando formas comunitarias, con relaciones transversales. Un centro de información, no de dirección. Una convergencia sin poder de decisión, ni de orientación, pues esto corresponde a los militantes de cada región, de cada país, y será la coyuntura local la que defina las formas de organización y las prácticas a seguir. En suma, un Centro de Encuentros, de intercambio de ideas, posiciones y experiencias; de investigaciones y de información sobre el estado que guarda la realidad de cada país: sus luchas, correlación de fuerzas y perspectivas. A esto se llegará primero en los países del Tercer Mundo” (Althusser, en Revista Youkali, nº3, “La actualidad de las últimas reflexiones de Louis Althusser”, Fernanda Navarro)

Esa imagen casi mitológica que elabora Althusser para explicar cómo ejercer la resistencia en la posmodernidad desde lo incontrolable del individuo, desde lo más alejado del control ideológico, parte de esa nueva palabra desde la que se eleva su reconstrucción de la filosofía, la palabra Azar, forjando lo que llamara Materialismo Aleatorio basado en la concepción del mundo irracional, centrada en el acontecimiento, en el devenir, en lo que nace inconscientemente desde el cuerpo-ser, cósmico y a la vez concreto. Heráclito, Nietzsche, Maquiavelo, están detrás de toda esta concepción filosófica, son creadores intempestivos, no dogmáticos y con una visión de la Razón y de la Cultura menos solemne y rígida que la de los filosofías dogmáticas e idealistas que separan las ideas del mundo del propio cuerpo y acontecimiento concreto.

Seguramente, Althusser esta también influenciado por las revisiones freudomarxistas acerca de la resistencia inconsciente frente a la represión social, y a su vez su obra influirá en otros teóricos de la resistencia como Foucault, Holloway, Guattari, o Toni Negri. La crisis del orden de la Modernidad, de las ideas sólidas de Razón y Progreso, da lugar a un pensamiento mas caótico y centrado en lo real, lo concreto, lo terrenal, al estilo de la concepción popular del mundo estudiada por Bajtin en su estudio sobre la cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, o Thompson, (por ejemplo, Costumbres en Común.), y que tendrán que ver con la critica al carácter dogmático del pensamiento racional que hace Kuhn ante la visión científica basada en la Razón de la Modernidad.

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